lunes, 3 de junio de 2013

Trasladaremos la Capital, nomás?

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El comentarista Ricardo J.M. – duro combatiente en el blog por los colores K – se dió tiempo para recordar que hace cinco meses yo había planteado el asunto aquí, y me acercó esta noticia, aparecida en Infobae. Que me pareció sensacional, y por eso paso a transcribir:
En el kirchnerismo proponen mudar la capital política a una provincia
Por segunda vez en esta semana, Julián Domínguez – el Presidente de la Cámara de Diputados - se manifestó a favor de que la ciudad de Buenos Aires deje de ser la capital política del país, idea que en 1986 también impulsó – sin éxito – el entonces presidente Raúl Alfonsín.
“La capital política del país ya no puede estar en la ciudad de Buenos Aires porque se pensó mirando al Atlántico, a Europa”, mientras que “la nueva geopolítica que el ex presidente Néstor Kirchner inauguró en la Argentina planteó la relación con China, con India y con los países del mundo árabe, y eso supone que Argentina debe pensar en el Pacífico y que debe profundizar la cercanía con el Mercosur”, aseguró.
El diputado hizo estas declaraciones hoy en Formosa “Esto requiere que la geopolítica, la integración territorial, esté concentrada en función de los intereses permanentes por defender el empleo, y esto es discutir el federalismo y los tiempos por venir”.
Domínguez ya había sugerido esta idea el jueves durante una visita a Salta. Dijo entonces ”Creo que Argentina debe tener un nuevo diseño estratégico de planificación geográfica. Yo sueño con que cambiemos la Capital desde Buenos Aires a una provincia, que podamos construir una visión mucho más federal de la Argentina, donde nos vinculemos al Pacífico y al Mercosur“.
No está mal el razonamiento. Porque fueron razones geopolíticas – la importancia vital de afirmar la presencia en el Atlántico – las que movieron a Carlos III cuando decidió crear el Virreynato del Río de la Plata en 1776 y trasladó su capital de Lima a Buenos Aires. Eso sí, tengo que señalar que esta nueva geopolítica no fue planteada por Néstor Kirchner sino por la realidad, que está llevando el eje del comercio global al Pacífico. Pero Domínguez es una de las espadas del oficialismo en el Congreso, y no un simple bloguero.
Y eso es lo interesante del asunto. Ese posteo mío tuvo abundante eco: 78 comentarios y más de mil visitas. Pero aquí se está hablando del tema desde el primer nivel del kirchnerismo – donde no se favorecen las declaraciones casuales – y esto significa que se lo está evaluando con interés. Desde un proyecto político que ha mostrado decisión para llevar adelante iniciativas audaces.
En cuanto a su viabilidad jurídica, como señalaron en ese momentoJulia y otros comentaristas, la ley que dispuso el traslado no fue derogada. El Congreso puede reformarla en cualquier momento. Y por la actitud hacia ese proyecto de la actual Presidente, el amigo Rogelioacercó estos elementos que la dejan clara:
Proyecto Patagonia (el proyecto elaborado en 1986 por instrucción del entonces presidente Raúl Alfonsín, para trasladar la Capital Federal hacia el Distrito Federal de Viedma – Carmen de Patagones)
Proyecto de Declaración de la H.C. de Diputados de la Nación, firmantes Iturrieta, Miguel Angel – Bianco, Lía Fabiola, 31/07/2009 (una solicitud al P.E. para poner en práctica la ley 23512 del traslado de la Capital)
“La crisis no me dejó llegar adonde quería”; presidente Alfonsín 01/04/2009
“”Nosotros lo apoyamos””; presidenta Cristina Fernández de Kirchner 15/10/2008
Atención: ya aclaré que cuando digo que estoy a favor del traslado de la Capital, el contenido principal de lo que planteo es el traslado, la redistribución en todo nuestro territorio de las estructuras del Estado nacional que todavía se concentran en la ciudad de Buenos Aires. Y que contribuyen decisivamente a darle el perfil que hoy tiene esta ciudad. Con lo que son en sí mismas, con sus proveedores, con los que trabajan allí y en las empresas que les proveen sus insumos … Esta no es una tarea que se realiza con el dictado de una ley, o en unos pocos años. Es necesario un plan coherente, desarrollado a lo largo de por lo menos diez años. Provincianos – incluídos los de la provincia de Buenos Aires: aquí tienen algo para ponerse de acuerdo y empujar,mucho más fácil que la reforma de la coparticipación.
En este plano, una cosa importante que ya ha hecho este gobierno nacional es tirarle por la cabeza el subte – que físicamente no se puede trasladar – al gobierno porteño. Como usuario, me perjudica, porque Mauricio es mal administrador. Pero es absurdo que la Nación se haga cargo de manejar y subsidiar el transporte de una localidad en especial. Está bien, es el mostrador de Dios. Pero precisamente la idea es que Dios mude su despacho.
Dejaría en Buenos Aires la Casa Rosada, ahí frente a la Plaza de Mayo, por el simbolismo histórico y para los turistas. Y también para las manifestaciones, claro. Podría convertirse, como la Casa Blanca en EE.UU., en la residencia presidencial. Total, con las comunicaciones actuales, y las que vienen, la proximidad física no es necesaria. Lo central es ir trasladando a diputados, senadores, jueces federales y la gran multitud del funcionariado, sus parientes, sus abogados, todos los que viven de ellos, lejos del Área Metropolitana. Ésto tendrá costos, claro. Pero estimularía la economía de otras regiones, más necesitadas. Y me siento seguro que la inmensa mayoría de ellos – al menos los que no tienen próxima una muy buena jubilación – elegirán seguir sirviendo al Estado, aún a costa de ese pequeño sacrificio.
Hay otro aspecto de la cuestión, y debemos asumirlo. Una ciudad capital es un símbolo de una Nación. Pero también una nueva Capital es un símbolo poderoso. Lo fué de equilibrio para los EE.UU., cuando trasladaron su capital de Nueva York a la flamante Washington que diseño un francés, para ayudar a mantener la unión entre el Norte y el Sur durante sus años frágiles. Lo fue de futuro y confianza en sí mismo para Brasil, cuando Juscelino Kubitschek impulsó el grandioso sueño de Brasilia. Seguramente no hay una relación mecánica de causa y efecto, pero sus crecimientos fueron indetenibles desde entonces. Hay algo en las grandes empresas materiales que estimula las energías colectivas.
Tengo que confesar que siempre sentí que el traslado de nuestra Capital a Viedma fue una magnífica idea de Raúl Alfonsín. El viento y el frío, los desiertos de la Patagonia de la imaginación popular, servían como el desafío equivalente, o superior, a la construcción de una nueva ciudad desde cero. Fue una muestra de debilidad de su carácter, y de la decadencia del radicalismo como fuerza política, que no tuvo la decisión de imponerla ante las objeciones de hombres pequeños sin imaginación.
Tal vez el kirchnerismo, por su origen patagónico, pueda adueñarse del proyecto y llevarlo adelante. Decisión es lo que no le falta. De todos modos, la locación no es tan importante como la voluntad de equilibrar el peso económico y demográfico del Área Metropolitana Buenos Aires, la “cabeza de Goliat”. Hasta hay algo atrayente en el clima marino de Mar del Plata, como propuso otro comentarista, elCapitán Yáñez.
Por supuesto, si este proyecto se revive formalmente, sufrirá el bombardeo de nuestras lamentables internas, especialmente en un año electoral como éste. Pero eso es un tema de los políticos y de los politizados. La idea, si prende en la gente, puede contribuir a unirnos en algo más importante que las listas electorales. Siempre flota en el aire la exhortación de San Martín “Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las grandes empresas!

Fuente: http://abelfer.wordpress.com/2013/06/02/trasladaremos-la-capital-nomas/

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