jueves, 30 de mayo de 2013

Vivir sin Factura


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Por Néstor Restivo (Tiempo estimado de lectura 4´)
El rubro gastronómico facturó –con sabuesos-- 500 millones de pesos y antes de los controles, sólo 315 millones. Dicho en criollo: en los días que no fueron los inspectores, se estima que robaron (evadieron, que es lo mismo) 185 millones de pesos.
Este verano, los López fueron por primera vez a conocer el mar. Y eligieron Mar del Plata. El primer día que fueron a la playa, el más chiquito de la familia, sin haber leído nunca a Galeano, le pidió al papá: “Ayúdame a mirar”. Estaban muy felices. Una noche fueron al puerto a comer los típicos mariscos. Y eligieron Chichilo. Rabas, atún asado, paella. Algo de vino blanco, lo suficiente para que el padre se mareara un poco. Pagaron en efectivo porque no tenían tarjeta de crédito y les hacían un descuento. No les dieron, ni pidieron, boleta. Entre esa noche y el resto de las noches del último verano, según la AFIP, Chichilo y otros bares y restaurantes de Mar del Plata evadieron 18 millones y medio de pesos. Uno de ellos, que bien pudo ser el lugar donde cenaron los López, 20.000 pesos en una sola noche. Al regresar al hotel sindical donde paraban, el señor López chocó el rastrojero contra un poste de luz en una curva de la Peralta Ramos. Hubo algunos heridos y lamentablemente un muerto, el chico que se había asombrado por el mar. La ambulancia llegó tarde, porque un conflicto sindical por falta de presupuesto había llevado a un paro de enfermeros esa noche fatídica.
Los Mondelli, este verano, eligieron Pinamar. El 14 de febrero, la última noche antes de regresar a su Córdoba natal, cenaron en Tante, un conocido restaurante del centro, sobre la calle de Las Artes. Muy buena comida, algo cara, pero era la última de merecidas vacaciones y no midieron gastos, ni se preocuparon cuando no les dieron boleta al pagarla. Los jóvenes de la familia luego siguieron con tragos y helados en Innsbruck y otros bares de Cariló. En todo el partido de Villa Gesel, según la AFIP, este verano los restaurantes evadieron impuestos por 5 millones y medio de pesos. Esa noche no terminó feliz para los Mondelli, quienes al llegar a la casa que habían alquilado en Valeria del Mar la encontraron desvalijada. Les habían dicho que la zona era segura porque estaba cerca --si es que eso da seguridad--, un puesto policial. Pero la bonaerense ese día no hizo horas extras porque desde la Gobernación le están retaceando presupuesto para los haberes, y trabajan a reglamento. Es más, la noche siguiente, gente armada robó varias decenas de miles de pesos en un conocido boliche de Villa Gesel.
Durante años, los Pérez juntaron plata para conocer Calafate. Son gente de clase media tirando a baja. Los chicos van a escuela pública, de barrio. Les costó juntar el dinero, porque Calafate es carísimo. Pero este año tuvieron mucho trabajo y querían conocer el Glaciar Perito Moreno, una de las más grandes maravillas argentinas. Y ahorrando, pudieron ir una semana. En el hotel, casi de lujo, escamoteaban las facturas fiscales. Ni que hablar en los restaurantes. Y los Pérez, felices de estar ahí, no se quejaban. En Calafate, según la AFIP, sólo en este pasado enero le evadieron al fisco 9 millones de pesos en impuestos. Los Pérez regresaron felices a su casa de Santa Fe. Llegaron justo el día previo a las clases. Pero las clases no empezaron: los maestros nucleados en AMSAFE, UDA, AMET y SADOP rechazaron la propuesta del Ministerio de Educación santafecino, que había ofrecido una suba salarial de 15% en marzo, otra de 9% en julio y una suma fija por única vez de 600 pesos en febrero que no juzgaron suficiente. El gobierno santafecino dice que no tiene más presupuesto. Papá Pérez puteó de lo lindo, porque se tuvo que hacer cargo de los chicos en el trabajo unos días y porque de haber sabido que no empezaban las clases, se hubiera quedado un par de días más en la Patagonia.
Se podrían contar otras historias de capital federal, Mendoza, Salta o Cataratas del Iguazú. En todo el país, en dos meses, a la AFIP le evadieron 185 millones de pesos, informó hace unos días la Administración Federal de Ingresos Públicos. Lo supieron porque algunos días pusieron inspectores en lugares como los citados en esta fábula y, oh sorpresa, cuando esos inspectores estaban activos la recaudación por IVA y por Ingresos Brutos subía hasta el doble. Pero en los días que no iban a controlar, bajaba muchísimo. Concretamente, la AFIP informó que sus inspectores comprobaron que los restaurantes en la costa atlántica y principales centros de turismo del país aumentaron 59% sus facturaciones en relación a días previos a su visita. De esta manera, sostuvo el organismo de recaudación, el rubro gastronómico facturó –con sabuesos-- 500 millones de pesos y antes de los controles, sólo 315 millones. Dicho en criollo. En los días que no fueron los inspectores, se estima que robaron (evadieron, que es lo mismo) 185 millones de pesos. Hay, ahora, multas e investigaciones en marcha.
Las víctimas de la evasión son, entre otras áreas, la salud, la educación y la seguridad públicas, allí donde los dueños de los restaurantes y otros comercios, y sobre todo los López, los Mondelli y los García sufrieron por culpa de este puto país que no tiene solución.
Moraleja. Los grupos económicos, las cerealeras y otros grandes evasores causan, desde luego, mucho más daño al fisco por lo que dejan de pagar, pero vos pagá tus impuestos, exigí factura.
(*) Columna en el programa Gente de Pie, de Radio Nacional.

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