miércoles, 5 de junio de 2013

La antipobreza mágica


Está bien que un referente del PRO hable y escriba, nos da la oportunidad de discutir ideas. Federico Sturzenegger está subiendo su perfil y nos está regalando más de una polémica interesante. Como aquella sobre la necesidad de devaluar un 40%.

No me voy a meter con sus apreciaciones ideológicas sobre qué piensa de la militancia nacional y popular. Eso sí que no aporta nada. Pero, por otro lado, sus análisis económicos tienen cosas para estudiar.

Rapidito.

Hoy escribió sobre la pobreza.

Fragmentos con lo más polémico, al final comentarios:

  1. "En términos de progresividad del gasto, el gobierno de Cristina ciertamente ha significado un retroceso. Aumentó los impuestos más regresivos, como la inflación y los impuestos al trabajo, y derivó los recursos públicos, primordialmente, a financiar subsidios a las clases medias y altas del área metropolitana o a una burocracia estatal (incluyendo empresas públicas) creciente."
  2. "En términos de incentivos, la política social deber cuidar dos cosas: generar los incentivos para salir de la situación de pobreza sin promover una estructura clientelar que oriente el gasto para otros fines. El gobierno de Cristina ha combinado lo mejor y lo peor de la política social. Por un lado, ha tenido un acierto importante al implementar la Asignación Universal por Hijo (AUH), ya que es un programa potente y universal con bajos niveles de clientelismo y reglas claras que ha ayudado a subir los niveles de escolaridad (el cobro se condiciona a la permanencia de los hijos en la escuela)."
  3.  "Trabajos de economistas de la Universidad Nacional de La Plata indican que la AUH ha reducido sensiblemente el grado de formalización en el grupo beneficiado (recordemos que la AUH se pierde si se consigue empleo). En los Estados Unidos, Bill Clinton hizo un cambio radical en la política social: los programas de ayuda, generalmente de cinco años, sólo podían mantenerse durante los últimos tres años si el beneficiario conseguía trabajo. Es decir, en otros países, los beneficios se mantienen sólo si se consigue trabajo; aquí los beneficios se mantienen sólo si no se consigue un trabajo."

Puse estos fragmentos a propósito, porque me interesa discutir algunos de estos conceptos.

1. Base del neoliberalismo, base de la discusión contra el Estado de bienestar que se dio en los 70s en el mundo: la inflación. La inflación como impuesto que pone el gobierno. Falso. Se olvida de las pujas distributivas, hace creer que el Estado sólo por emitir genera inflación, como si fuera algo natural (más emisión, más inflación). Nada más lejos. Nada dice de que la emisión sigue a las necesidades producto del crecimiento. Nada dice del mayor consumo, del ensanchamiento del mercado interno. Propiciado por el Estado, claro. Nada dice sobre cuánto prefieren los empresarios ante la mayor demanda ajustar por precios en vez de resolver por cantidades (lo que sería invertir).

Una discusión saludable aquí sería preguntarnos hasta qué punto el gobierno sobrecalienta la economía vía consumo a una velocidad mayor que la que puede resolver la inversión. El gobierno tiene la concepción de que la demanda genera su propia oferta, y es muy posible que así sea, ¿pero a qué velocidad? Entender que la inflación se da por la puja distributiva, requiere también entender que el actor que produce es más fuerte económicamente que el actor que consume (analíticamente hablando). Del productor depende el desarrollo económico y social más que del consumidor. Y ahí es donde interviene el Estado, mostrando, cabe admitirlo, alguna debilidad frente a la voracidad empresaria. Pero sin esta intervención el desarrollo es imposible. Hay, dicho sea de paso, otro elemento inflacionario menor que se vincula con la porción de gasto público que no está sostenida con recursos genuinos que salen de la misma economía. Pero es menor, en 2012 el déficit público financiero fue de 2,6% del PBI (7% del gasto público nacional). Pero evitemos confundir el todo con la parte.

Vale destacar que los subsidios a los sectores más acomodados deberían irse reduciendo paulatinamente, sin shocks, pero reduciendo. Obviamente detectar cuáles son esos hogares no es sencillo, porque la heterogeneidad vivienda-ingresos es alta en la Argentina.

Lo que no tiene sentido es pensar todo lo anterior en el contexto de reprivatizar empresas de servicios públicos. Sino parece que no aprendimos nada. Eso sugiere Sturzenegger. Las empresas privadas de servicios públicos (monopolios naturales en muchos casos) destruyen tejido productivo en la búsqueda de eficiencia y productividad que nada tiene que ver con la conveniencia social. Ya lo vivimos.

2. Detrás de esta discusión se encuentra, por si no es evidente, el bienestar de los sectores más vulnerables y su pobreza. El Estado inyecta recursos por el lado más débil: aumenta jubilaciones, aumenta asignaciones universales por hijo (AUH), ectétera, cosa fundamental por 3 razones: para sostener un piso de consumo en los sectores necesitados, para propiciar un ritmo de vida que los acerque a las rutinas del trabajo (como reparación social de tantos años de exclusión generados por el Estado neoliberal) y fundamentalmente para agilizar las inversiones y el mercado de trabajo: más consumo, mayor demanda agregada, presión por inversiones hacia una mayor producción y mayor escala, más trabajo, más consumo... En el medio de este círculo por supuesto que puede haber inflación, como resultado de la puja y de la falta de inversiones, que son parte de esa misma puja. No es tan grave. Grave es la recesión y la falta de empleo como ocurre en Europa donde hay deflación.

Es notable que se crea que los incentivos deben estar en los individuos, no sólo es notable, es grave como concepción de política económica: es casi como decir que sin son pobres es porque quieren. Fuerte. Las soluciones se deben dar en términos esctructurales. La mejor política contra la pobreza no es a través de un plan social sino a través de un modelo económico, y la AUH es un pilar de un modelo basado en el mercado interno fuerte, es mucho más que una política social. Supongo que esto lo puede entender el funcionario del PRO que escribió el artículo. No hay magia en la creación de empleo. Y si lo entiende y no lo dice es porque quiere bajar los costos del trabajo, porque está más preocupado por los bienes no transables y por las exportaciones que por el mercado interno, el trabajo nacional y, finalmente por el combate real a la pobreza.

3. Algo para analizar, el corte de la AUH al conseguir empleo. Podría pensarse en un esquema en el cual los beneficiados de la AUH se mantuvieran el primer año recibiendo el beneficio a pesar de conseguir empleo. De este modo, se rebatiría la idea (equivocada, para ser sutiles) de que no se busca empleo para no perder la AUH y además podría ser una forma de bajar las cargas sociales de los empleadores durante el primer año, como forma de fomentar el empleo. Esto se puede complejizar, pero como concepto parece válido.






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